Leva Tus Dudas a Jesús

David Wilkerson (1931-2011)

Jesús dijo de Juan: “Entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista” (Lucas 7:28). Cristo dignificó a este hombre piadoso. Él era el que trazaría un camino recto ante el Mesías, en preparación para su venida: “Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios” (Isaías 40:3).

Sabemos que Juan era un estudiante de las profecías de Isaías. La palabra que le llegó se remonta a los escritos de Isaías, y Juan se refirió a Isaías cuando los sacerdotes y los levitas le pidieron que se identificara. Cuando preguntaron: “¿Quién eres realmente?” Juan siempre respondía: “Yo no soy el Cristo” (Juan 1:20). Finalmente, cuando se le presionó más, se identificó como aquel de quien Isaías profetizó: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor ” (Juan 1:23).

Juan el Bautista estaba ansioso por confirmar que Jesús era el Mesías. Los seguidores de Juan estaban llenos de reverencia por Jesús mientras describían todas las obras que estaba realizando, sin embargo, en algún momento del camino, la duda comenzó a apoderarse del corazón de Juan. A pesar de todos los milagros que Cristo había realizado, algo turbó el alma de este hombre piadoso. El mismo diablo que tentó a Jesús en el desierto es el que intentó destruir la fe de Juan.

Jesús sabía que Juan era humano, y no importaba cuán poderosamente ungido estuviera, todavía estaba sujeto a todos los sentimientos y pasiones que son comunes al hombre. Cristo sabía que Juan estaba en peligro de ser abrumado por la duda. Jesús había pasado por la misma prueba durante sus cuarenta días en el desierto, y pudo decirle a Juan: “El diablo te está tendiendo una trampa. Pero no puedes distraerte con sus mentiras”.

Juan recibió el mensaje de Jesús para él, que era, en esencia, “Juan, te espera una bendición de fe y confirmación si resistes la mentira de Satanás. No permitas que la incredulidad acerca de quién soy eche raíces en ti”.

En este momento, Satanás quiere que estés ansioso por las promesas de Dios con respecto a tu vida, tu familia, tu futuro, tu ministerio. En una palabra, el enemigo quiere que te rindas.

Amado, Dios está obrando en ti. Juan llevó su duda directamente a Jesús y Jesús le dio exactamente lo que necesitaba. Asimismo, aférrate en fe y verás completada su obra perfecta en tu alma.

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