Creyendo en una Cosecha

David Wilkerson (1931-2011)

“Y al ver [Jesús] las multitudes, tuvo compasión de ellas; porque estaban desamparadas y dispersas como ovejas que no tienen pastor. Entonces dijo a sus discípulos: A la verdad la mies es mucha, mas los obreros pocos. Rogad, pues, al Señor de la mies, que envíe obreros a su mies” (Mateo 9:36-38).

¿Se aplican hoy las palabras de Jesús respecto a una cosecha ya lista? ¿Dónde vemos evidencia de que los campos están blancos y listos para ser cosechados? ¿Hay un clamor de santidad en esta generación? Con pocas excepciones, estas cosas no están sucediendo. Sin embargo, ninguna de estas cosas conmovió a Jesús en su tiempo. Más bien, él estaba conmovido por las tristes condiciones que veía por todos lados. Dondequiera que miraba, la gente estaba abrumada por la angustia. De hecho, cuando contempló Jerusalén, lloró por la dureza y ceguera espiritual que vio (ver Lucas 19:41). Estas eran personas camino al juicio, sin paz, sólo temor y depresión.

Jesús realmente nos da una imagen de cómo serán los últimos días. “Entonces habrá señales en el sol, en la luna y en las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes… desfalleciendo los hombres por el temor y la expectación de las cosas que sobrevendrán en la tierra” (Lucas 21:25-26). En resumen, Jesús está describiendo aquí a la generación más ansiosa, deprimida y estresada de todos los tiempos.

¿Están sucediendo sus profecías incluso ahora, ante nuestros ojos? Esta generación está llena de ansiedad y preocupación. Oigo las palabras de Jesús: “Los campos están blancos. La cosecha es abundante”. Le está diciendo a su iglesia: “La gente está lista para escuchar. Este es el momento de creer en una cosecha, ¡un momento para que empieces a cosechar!”

Cristo es el Señor de la mies y nos está diciendo: “Dejen de concentrarse en las dificultades que los rodean y, en lugar de ello, alcen sus ojos y vean que la cosecha está lista”. Como obreros, somos los instrumentos de la cosecha en la mano del Señor. Dios está buscando a aquellos que se pondrán de pie frente el mundo y proclamarán: “¡Dios está conmigo! Satanás no puede detenerme. Sólo mira mi vida. ¡Soy más que un vencedor por Cristo, que vive en mí!”