El Poder del Compañerismo

David Wilkerson (1931-2011)

“Pero Dios, que consuela a los humildes, nos consoló con la venida de Tito” (2 Corintios 7:6).

Pablo hizo un viaje ministerial a Troas, donde se le uniría su hijo espiritual Tito. Él anhelaba ver a su hijo piadoso en Cristo y sabía que su presencia le levantaría el ánimo. Sin embargo, después de que Pablo llegó a Troas, Tito no apareció.

Las puertas del ministerio se abrieron para Pablo en Troas, pero el corazón del apóstol se había compungido mientras esperaba la llegada de Tito. Pablo escribió sobre esta experiencia: “Cuando llegué a Troas para predicar el evangelio de Cristo, aunque se me abrió puerta en el Señor, no tuve reposo en mi espíritu, por no haber hallado a mi hermano Tito… [así que] partí para Macedonia” (2 Corintios 2:12-13).

Pablo hizo algo que nunca había hecho en su vida, algo que era contrario a todo lo que él predicaba; se alejó y se dirigió inquieto a Macedonia. ¡Qué imagen de un soldado herido de la cruz! El gran apóstol estaba abatido en mente, cuerpo y espíritu. ¿Por qué? ¿Qué había llevado a Pablo a tal punto? El mismo apóstol lo explica. “No tuve descanso en mi espíritu, porque no encontré a mi hermano Tito”. Estaba solo y necesitaba desesperadamente compañerismo.

Satanás siempre viene a atacarnos cuando estamos cansados de la batalla. Ahí es cuando somos más vulnerables a sus mentiras; y el enemigo podría haber golpeado a Pablo con dos golpes malévolos: “Tito no ha venido porque te ha rechazado” o “Tito no está aquí porque ya no eres efectivo, Pablo. Tu ministerio, simplemente no está dando frutos”.

Si has caminado en intimidad con el Señor, sabes muy bien lo que Pablo estaba enfrentando. Satanás es el padre de la mentira y ahora mismo puede estar enviando mentiras similares. “Todos te han rechazado. No tienes lugar en la obra del reino de Dios. Sólo estás ocupando espacio”.

Tito llegó a Macedonia y llegó con un espíritu refrescante. El corazón de Pablo se enalteció cuando los dos hombres tuvieron compañerismo y él escribió: “Lleno estoy de consolación; sobreabundo de gozo en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 7:4).

¡Dios usa personas para refrescar personas! Hoy, busca la oportunidad de ser un Tito para alguien abatido de espíritu. Quizás una simple llamada telefónica traerá consuelo y refresco a un hermano o hermana en Cristo y el resultado será la sanidad del espíritu.