Conquistando la Oscuridad

David Wilkerson (1931-2011)

Sólo una cosa conquista y disipa la oscuridad; y esa es la luz. Isaías declaró: “El pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz” (Isaías 9:2). Del mismo modo, Juan declaró: “La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:5).

Jesucristo es la luz del mundo; y cuando él se reveló a sus discípulos en su cuerpo resucitado, él prometió revestirlos de poder. Esta promesa también es para nosotros hoy. Nuestro Dios nos ha enviado su Espíritu Santo, cuyo poder es mayor que todos los poderes del infierno: “Mayor es el que está en vosotros, que el que está en el mundo” (1 Juan 4: 4).

En Apocalipsis, leemos que el infierno arroja langostas y escorpiones que tienen gran poder. Leemos sobre un dragón, bestias, criaturas con cuernos, así como sobre el Anticristo venidero. Sin embargo, no conocemos el significado de todas estas criaturas. Es decir, no tenemos que hacerlo. No necesitamos preocuparnos por el Anticristo o la marca de la bestia.

En nosotros vive el Espíritu de Dios Todopoderoso y su Cristo. Pablo declara que el poder del Espíritu Santo está obrando en nosotros. En otras palabras, el Espíritu Santo está vivo en nosotros en este mismo momento.

Entonces, ¿cómo obra el Espíritu en nosotros en medio de tiempos difíciles? Su poder se libera sólo cuando lo recibimos como aquel que lleva nuestras cargas. El Espíritu Santo nos fue dado por esta misma razón, para llevar nuestros afanes y preocupaciones. ¿Cómo podemos decir que lo hemos recibido si no le hemos entregado nuestras cargas?

El Espíritu Santo no está encerrado en la gloria, sino que está aquí, morando en nosotros. Él está esperando tomar el control de todas las situaciones de nuestras vidas, incluidas nuestras aflicciones. Entonces, si continuamos con temor, desesperados, cuestionando, hundiéndonos en ansiedad, entonces no lo hemos recibido como nuestro consolador, ayudado, guía, salvador y fortaleza.

El testigo al mundo es el cristiano que ha depositado todas sus cargas en el Espíritu Santo. Este creyente ve problemas abrumadores por todas partes y, sin embargo, tiene el gozo del Señor. Él confía en que el Espíritu de Dios le dará consuelo y dirección para salir de su aflicción. Tiene un testimonio poderoso de un mundo perdido porque irradia gozo a pesar de estar rodeado de oscuridad. Su vida le dice al mundo: "Esta persona ha visto la luz".