UN GRAN GRITO

David Wilkerson

A veces tenemos que estar quietos y saber que Él es Dios. A veces el Espíritu trae canciones de amor a Jesús dulces y melódicas. Pero a través de la Palabra de Dios, toda vez que Él trajo victoria sobre los enemigos, el pueblo siempre levantó un gran grito, un fuerte ruido de alabanza al Señor. En el séptimo día en que Israel marchó alrededor de Jericó, se difundió este mandamiento: “Todo el pueblo gritará a gran voz, y el muro de la ciudad caerá” (Josué 6:20).

En Esdras descubrimos que otro gran grito se produjo cuando se echó el cimiento del templo.

“Y cuando los albañiles del templo de Jehová echaban los cimientos…cantaban, alabando y dando gracias a Jehová…y todo el pueblo aclamaba con gran júbilo, alabando a Jehová…Y no podía distinguir el pueblo el clamor de los gritos de alegría, de la voz del lloro; porque clamaba el pueblo con gran júbilo, y se oía el ruido hasta de lejos” (Esdras 3:10-11,13). La palabra hebrea utilizada para “aclamar” aquí significa “romper los oídos”. El llanto de los hijos de Israel era tan lleno de gozo y las alabanzas tan fuertes ¡que “rompían los oídos”!. Algunas personas dicen que no pueden soportar el ruido y los gritos en la iglesia, pero escucha esto: “Pues el Señor mismo descenderá del cielo con un grito de mando” (1 Tesalonicenses 4:16 NTV).

Dios quiere que conozcamos Su palabra en este asunto. Los Salmos nos ordenan aclamar alegremente al Señor. “Aclamar” en hebreo sugiere trueno, chispas y fuego. “Aclamad a Dios con alegría, toda la tierra” (Salmo 66:1). “Cantad con gozo a Dios, fortaleza nuestra; al Dios de Jacob aclamad con júbilo” (Salmo 81:1). “Cantad alegres a Jehová, toda la tierra; levantad la voz, y aplaudid, y cantad salmos...con trompetas y sonidos de bocina, delante del rey Jehová...los ríos batan las manos, los montes todos hagan regocijo” (Salmo 98: 4, 6, 8).

El pueblo de Dios sabe del gran gozo que se produce cada vez que la presencia de Jesús se revela. Si no gritamos Sus alabanzas, los árboles lo harán por nosotros. En la iglesia Times Square cantamos esta canción: “¡Alcen vuestras cabezas, no tengan miedo! ¡Canten hasta que el poder del Señor descienda!” ¡Ese poder es Su presencia!